´El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos’: Decente despedida a una alargada travesía

El Hobbit; La Batalla de los Cinco Ejércitos, 2014. Facebook
El Hobbit; La Batalla de los Cinco Ejércitos, 2014. Facebook

Desde el periplo de la destrucción de un anillo capaz de corromper hasta al alma más noble en la épica fantástica de El Señor De Los Anillos (Lord of The Rings Trilogy, 2001, 2002, 2003), la obra de J.R.R Tolkien se convirtió en una tentación ineludible de trasladar al formato cinematográfico para el neozelandés Peter Jackson, retratando desde 2012 la expedición del hobbit Bilbo Bolsón y de trece enanos por la recuperación de la perdida ciudad de Erebor y la Montaña Sagrada.

Recién estrenado en la develación de sus huellas en el Paseo de la Fama de Los Ángeles, el realizador entrega la conclusión de su nueva saga con El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos (The Hobbit: The Battle of the Five Armies, 2014). El dragón Smaug (Benedict Cumberbatch) arrasa con la Ciudad de El Lago, la cual será defendida por Bardo (Luke Evans), el pescador que auxilió a Thorin (Richard Armitage), Bilbo (Martin Freeman) y a la compañía de trece enanos en su cruzada hacia la Montaña Solitaria. Gandalf (Ian McKellen) se enfrentará al Nigromante en Dol Guldur y el hobbit estelar de la odisea épica se debatirá en entregar el Piedra del Arca a Thorin (consumado por la codicia del tesoro de Erebor y la piedra preciosa que tanto desea encontrar), o en utilizarla como el medio para alcanzar la paz y evitar una colosal guerra.

Así, ante el pie de la montaña, el ejército de los elfos del Bosque Negro encabezado por Thranduil (Lee Pace), los enanos de la Colina del Hierro con su líder Dain (Billy Connolly), los hombres de Esgaroth y los orcos lucharán, cada uno con su causa, por el destino de la Tierra Media.

La oscuridad bailotea marcadamente en la aventura, en comparación de La Desolación de Smaug (The Desolation of Smaug, 2013); con la confrontación del bien y el mal encarnada por Gandalf y el Nigromante y con la codicia que provoca rencillas en las mentes de todos aquellos que desean parte del vasto tesoro que alberga Erebor. A Thranduil le interesan las joyas blancas que son legado de su linaje y estará dispuesto a ir a una guerra sin importarle ni el costo ni el consejo de Gandalf del posible peligro que conlleve la llegada de los orcos; Bardo, quizás el más congruente de los involucrados, quiere la justicia para su recién destruido pueblo y una porción del oro para volver a iniciar una nueva vida.

Thorin, convaleciente de la enfermedad del dragón (en la que su raciocinio está nublado por la obsesión material), es capaz de volcarlo hacia la locura, cuestionando la lealtad de sus camaradas y la amistad sincera de Bilbo, quien gracias a su cordura buscará mediar el conflicto entre hombres y elfos por el tesoro, aunque experimentará hacia el final y con tenues dosis su deseo por conservar el anillo por el que se desatará una batalla muchos años después del final de su odisea personal.

El amor, como una temática secundaria, busca crear un eje en el que se empatice con los héroes de la epopeya, aunque no lográndolo de una manera absoluta por la sensación forzada en presentar un romance que compensara su inexistencia en la novela, siendo el caso del enano Kili (Aidan Turner) y la inventada elfa Tauriel (Evangeline Lilly), atisbado por la fraternidad familiar de Bardo y sus hijos.

La Batalla de los Cinco Ejércitos, el filme más corto de la saga tolkeniana (casi tres horas de duración) es fiel a la esencia del relato y compensa de sobremanera los problemas de ritmo de los que padeció Un viaje Inesperado (An Unexpected Journey, 2012) a través de secuencias de acción que actúan como una extensión a las últimas 50 páginas de la fuente literaria, como el ataque de Smaug, la lucha con el Nigromante y los nueve espectros aparecidos en El Señor de los Anillos y la guerra campal referenciada del título.

No obstante, todos estos esfuerzos devienen en una narrativa “rellenera” en la que algunas situaciones, como la resolución definitiva del conflicto por los intereses monetarios de los involucrados, no logran alcanzar un cierre en sus iniciales esbozos. Lo mismo ocurre con los personajes de Bardo y Tauriel, y otros más se perciben como mera función de “hacer tiempo” en pantalla, como el cobarde humano Alfrid (Ryan Gage).

Con unos guiños que a la unen a El Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo (The Lord of The Rings, The Fellowship of the Ring, 2001), la impecable calidad de su producción y el aspecto visual, el buen desempeño de su elenco y el conocimiento de Jackson por los personajes originales de la épica fantástica, la segunda finalización de una saga centrada en la Tierra Media estará involucrada en la eterna polémica de si la división de un pequeño libro en una extensa trilogía (en pos de una recaudación millonaria) habría sido lo mejor que pudo ocurrirle a una historia que vivirá tras la sombra de la saga de la destrucción de un poderoso y malévolo anillo.


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