Crítica de ‘Noche de Fuego’: el terror de la violencia bajo la mirada femenina

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Noche de Fuego (2021) moviefreak bazar facebook

A lo largo de su filmografía, la realizadora Tatiana Huezo se ha enfocado en temáticas que retratan las reacciones de los seres humanos ante entornos adversos bajo el punto de vista del documental. En ‘Tempestad‘ (2016), la ola de impunidad que existe en México es retratada a través de dos mujeres que la atestiguan a través de la desaparición forzada o por condenas penitenciarias por delitos no cometidos.

Con ‘Noche de Fuego’ (2021), Huezo debuta en el cine de ficción a través de un relato que observa hacia la infancia, la femineidad oculta y la afectación social provocada por la violencia.

Trama de ‘Noche de Fuego’: la adolescencia en medio de la criminalidad

Ana (Marya Membreño), Paula (Alejandra Camacho) y María (Giselle Barrera) son tres amigas que viven en un pueblo de la Sierra de México. Crecen rodeadas por la naturaleza y visitan casas abandonadas, siendo producto de la confrontación de cárteles y militares. No obstante, al convertirse en adolescentes, lidian con el constante peligro que implica la impunidad y la amenaza de la trata de personas.

Crítica de ‘Noche de Fuego’: un coming of age oscuro e íntimo

Basada en la novela de la escritora estadounidense-mexicana Jennifer Clement, el relato entremezcla una perspectiva que contempla el curso de acontecimientos de la vida de Ana. Al estar expuesta desde la infancia a la violencia en el pueblo donde reside, se ve obligada a ocultar su femineidad para protegerse de las garras del crimen organizado, siendo el corte de cabello un fuerte simbolismo que recalca el inicio de la pérdida de sus inocencias.

Aunado a ello, las mujeres del pueblo asumen el rol del pilar económico, laborando en un campo de amapolas, siendo sustento para la madre de Ana. El guion adopta influencias documentalistas para retratar el procedimiento con el que se obtiene la goma de opio y la forma de trabajo en una mina que capta el esfuerzo de la mano de obra.

Huezo, apoyada por la fotografía de Dariela Ludlow, adopta un tono contemplativo que observa los interiores resquebrajados de los hogares abandonados por desapariciones forzadas y el paraje entre montañas, enfatizando en close ups hacia alacranes y serpientes que representan la ambivalencia del peligro. A su vez, realiza una retrospectiva social hacia la precariedad laboral y el rezago de la educación. Margarito (Julián Guzmán Girón) trabaja en las minas durante su infancia y Ana ve cómo su instrucción escolar es constantemente interrumpida por la deserción de maestros a causa del control de la criminalidad en el territorio.

Así, la sororidad se convierte en el medio con el que Ana y sus amigas sobrellevan la dificultad. De la infancia a la adolescencia, el lazo que las une las lleva a reconocer la sexualidad y la violencia de género que las amenaza, guiando hacia una confrontación devastadora de la percepción de la realidad.

Noche de fuego’ representa un duro vistazo hacia la impunidad. Todo ello entretejiendo sensibilidad bajo el punto de vista de la mujer, quien experimenta más de cerca una vulnerabilidad social a causa de los estragos de la violencia en México.


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